SITUATION IN LIVE

martes, 22 de abril de 2014

Great Fall - NEW YORK!!!

Primero pedir disculpas por tardar tanto en actualizar el blog... Pero es que no he parado. Ya estoy en casa. Una casa que de rebote me ha podido alquilar un amigo a sólo 3 horas de llegar al sur del sur. No es lo que tenía pensado en cuestión de espacio, pero me encanta. Me relajo mucho aquí y eso es lo importante. Al principio me sentía extraño y sinceramente, alguna que otra lágrima he derramado debido a esa crisis de identidad que toda persona que permanece algún tiempo fuera sufre. Intermitentemente han sido unos 3 años viajando por varias partes del mundo. Al tercer día de encontrarme en esta casa, me sentí extraño. Comodidades que sinceramente, esta vez he añorado con creces. La comodidad de un pantalón corto o pasear en camiseta, cosas cotidianas aquí, las estoy valorando como jamás pensé. Ahora, a otro pasado y viendo el material grabado es cuando he comenzado a valorar este viaje... Pero eso siempre pasa igual. Lo global es lo que me asusta. Hemos rizado el rizo en tres viajes con una moto de 2000€ y adaptándonos una y otra vez. El resumen: llegar a Alaska con una mochila, comprar una moto de 2000€ y conseguir llegar a Ushuaia, llamar a la novia y volver a Alaska con la misma moto y hacer Alaska New york en invierno con la misma máquina y completamente sólo. 72.000kms de adaptación y con lo justo.

Ahora tengo un pequeño lugar donde vivir y me siento afortunado pero se que no me acomodaré por mucho tiempo, ya que mi nueva droga... Es vivir.

 

Estoy escribiendo el libro y pensaba tenerlo listo en Agosto... Pero no. No me pondré fechas. No quiero escribir a la ligera. No quiero que me presione o quizás lo termine antes porque me siento perfecto para hacerlo sin forzarme.

 

Muy pronto estará lista una página web donde podréis tener todo más centralizado, con nuevas fotos y proyectos. Será www.bufalocueva.com Batman tiene la batcueva, Spiderman en "casalabuela" y nosotros la bufalocueva. Donde podréis opinar, maquinar conmigo y divertirnos. Espero que os guste!!

 

En el siguiente enlace tenéis el último tramo de mi viaje con mi llegada a New York. Espero que os guste sin antes, volver a dar las gracias a todos vosotros por acompañarme en todos estos viajes...

 

SOIS MI GASOLINA

 

 

http://www.clubmoto1.com/moto1promagazine

http://www.clubmoto1.com/moto1promagazine

 

lunes, 3 de marzo de 2014

De Fort Macleod a Great Fall... y él

Y salí del "Red Coat inn Motel" en Fort Macleod (Canadá) con el claro objetivo de pasar la frontera. Eran solamente unos 130 kms pero nevaba y lo hizo con bastante fuerza la noche anterior, haciendo que la carretera del pueblo desapareciera. Hacía bastante frío de nuevo y por la noche se esperaban temperaturas de -40Cº por lo tanto no había tiempo que perder.

El paisaje se volvió un desierto blanco. El fuerte viento hacía que la nieve caminara en grupo por el asfalto, creando ese momento mágico, hipnotizante y escurridizo al formar esas líneas con forma de serpiente alvina. Frío. Mucho frío. A los 30 kilómetros de haber salido, mis manos estaban dormidas y me vi obligado a parar. Haber perdido los sotoguantes en Edmonton fue un gravísimo error que no supieron resolver los guantes de "cars" que me regalaron los chicos del taller de Ponoca.

El dolor del frío es intensos y de efecto boomerang. Primero hipnotiza la punta de los dedos dejándolas inerte. El segundo paso, se convierten en pinchazos haciendo el mismo daño que un portazo en las uñas. Cuando paras, hay un momento en que se normaliza pero es efímero ya que al encontrar la temperatura natural poco a poco, esos pinchazos se acentúan, dando paso a un dolor más intenso en el cual, puedes llegar a notar las pulsaciones en tus dedos. A -30Cº, no te eches vaho en las manos buscando calor, ya que este se congela, produciendo congelación en las manos directamente, me dijo Pedro, el chileno que conocimos Jason y yo la noche de navidad. Puse las manos cerca del tubo de escape y luego a los bolsillos, buscando torpemente los sacos calefactables.

Esta maniobra la tuve que repetir una vez más asta llegar a Milk River. Decidí parar o mejor dicho me vi obligado a detener la maquina y con ella la fricción del viento. Coger el embrague de la moto era un ejercicio que nacía desde el hombro debido a la inutilidad de mis dedos y para frenar, quitar gas como si la mano derecha fuese una tabla y el manillar un rodillo facilitando la maniobra con el freno trasero... el delantero... imposible. Entré a la gasolinera. Estaba exhausto y dentro del casco pequeños gemidos. No recordaba tanto sufrimiento en lo que llevaba de viaje. De nuevo esos locales sorprendido de lo que estaban viendo sus ojos mientras fuera un viento convertía neblinoso el paisaje. Saludé como pude con las manos, me giré y me agaché buscando un calor que no podía encontrar. Me preguntaron que si estaba bien y les dije que no. Cuando retiré mis inútiles guantes, sentí un dolor que no recordaba. El indice de mi mano derecha estaba lila, congelado. "Oh shit" Fue lo que dijo el chico de la gasolinera. No era mucho, pero era. Me dolía.

¿Cuanto queda para la frontera? y la respuesta fue; 8 Kilómetros. Debo continuar pensé. Tenía que quitarme esa ansiedad. Pasado un rato y tras haber comprado unos "Súper guantes" me dirigí a la moto. Al sentarme, mis pies estaban demasiado cerca del suelo. Me volví a bajar y comprobé lo que no quería comprobar. La moto estaba desinflada. Al empujarla hacía atrás, costaba mucho y no solo era el malestar del neumático que parecía aburrido de tanta tralla, la cadena estaba extremadamente tensa. Ya eran las 4 de la tarde. Tenía 2 horas de Sol y un problema, mi índice. ¿Hay alguna tienda de motos por aquí? "No" En ese momento llegaba un señor mayor. Muy mayor. Era alto y lucía una gorra. Tras cerrar la puerta de la gasolinera, miró tras el cristal lentamente y volvió su mirada hacia mí. Con un un hilo de voz, del tamaño de altura, me preguntó que si era yo. Le sonreí en forma de sí. Me preguntó donde había empezado y cual era mi destino. Sonrió sin reírse de mi. "Es muy bonito hijo" Si os soy sincero, en aquel momento, nadie entró ni salió de la gasolinera. La tele se apagó. Las múltiples máquinas no hicieron ningún sonido o quizás todo esto me lo pareció solo a mi. Su energía era tan fuerte que borró el dolor de mi dedo, salió el sol fuera y quizás era verano. No me dijo que estaba loco, quizás me enseño que llegará un día en el que no puedo hacer lo que estoy haciendo ahora y quién sabe, quizás me encuentre a un tipo haciendo lo que todos llaman locura, pero es simplemente bonito.

 

Le comenté el tema de la rueda triste. "Sígueme, te voy a llevar a un taller, pero tendrás que quedarte esta noche aquí. Esta noche hará mucho frío y puedes morir si algo te pasa en el camino" Seguí su verde Subaru y al girar la primera calle una enorme torre, presumiblemente para guardar algún tipo de semilla, quizás maíz no lo sé pero me inundó de recuerdos. Allí, bajo esa torre, donde había una gasolinera, llenamos el tanque a la vuelta. Recordé el silencio y el calor del pasado verano. Risas, un cigarro y a seguir. Ahora estaba nublado, no había tiempo para cigarro y el paquete que lleva mi moto, no me rodea con sus brazos cuando se queda dormido... lo siento, es inevitable.

 

Entramos en un taller de ruedas. Sé que esa gente no tocan otra cosas que no sea la llanta de un camión o coche, no estamos en Sudamérica, donde cualquier de las mil llanterías luce un cartel escrito a mano "Vulcanizadora"

Efectivamente no podían ayudarme con el pinchazo, simplemente ponerme aire. Pusimos aire y pregunté que si me dejaban aflojar la cadena en sus instalaciones. No pusieron pegas e incluso me dejaron las herramientas. Una vez destensada, tenía una clara disyuntiva: Quedarme allí a dormir o pasar la frontera con esa rueda maltrecha e intentar llegar al siguiente pueblo, en busca de un taller para arreglar la moto, teniendo en cuenta que si algo fallaba por el camino, podría ser fatal. EEUU, supuestamente es más barato para alojarse, bastante más. Tenía una hora y cuarto de luz y no sabría que es lo que pasaría en la frontera.

 

Mientras tenía un minuto para pensarlo, el abuelo, que aún andaba por ahí, se acercó. "Espero que te haya podido ayudar" Le di las gracias y un buen apretón de manos aunque esta gimiera en silencio. Tenía que continuar. Me monté en la moto y seguí con rumbo al estado de Montana y esa barrera policial. Pronto aparecieron los carteles avisando de la frontera. Estaba nervioso pero optimista.

 

Paré en la linea, esperando a que el coche que me precedía terminara sus trámites. Por el cristal ligeramente ahumado, una chica de uniforme me miraba sonriente y sorprendida, mientras avisaba a otros compañeros que se agolparon en el cristal para ver al tipo de la moto. Creo que ellos pensaban que no los podía ver, pero creo que esos cristales, son totalmente eficaces cuando el Sol se ensañan con ellos, pero la noche se acercaba y el sol aquel día se tomó el día libre. Era mi turno, las risas ocultas pasaron a caras de polla y boca de tipos duros. Gestos de "si tu eres chulo con tu moto, yo soy el chulo de la puerta" La chica ya no estaba, solo quedaba un tipo delgado de feo bigote, piel pálida y ojos redondos en una triangular cara de polla amargada. Me pidió la documentación con una amabilidad exquisita. Mientras me quitaba los guantes, exigió agilidad y soltura desde sus cálidos aposentos. En español le espeté "Un momento picha" mientras me quitaba los guantes y los colocaba donde podía. Quitarme la máscara del casco costó un poquito más, ya que se congela. Le pasé toda la documentación, menos el carnet internacional, ya que está en Madrid diciendo "Hijos de puta, me habéis dejado aquí aburrío" Mi ingles, ya lo habré dicho antes, no es bueno, pero si añadimos que estoy cagado de frío, que un cara polla con bigote, con lo cual no puedo ni leer los labios y me estoy jugando el viaje... se queda nulo. El tipo me preguntaba que si llevaba pistola. Al no entenderlo mostró la suya chulezcamente. "No, no tengo" "Tabaco, medio paquete" "Alcohol tampoco" Pues aparque la moto y entre.

 

Al entrar con mi traje de "Teletaby" quitándome el casco y riéndome del propio nerviosismo, la reacción del personal fue la de siempre.

Esta vez, ya en el mostrador, un simpático agente me hizo varias preguntas rutinarias que se convirtieron en exclamación al desplegar el pasaporte, al cual solo le quedan un par de páginas libres. Le expliqué mi viaje desde el principio y la vuelta al mundo para explicar mi paso por Rusia y Kazajistan. "¿Todo en moto? Y... ¿Por eso, ahora es tu ex? Esta última pregunta, tristemente, siempre se repite a la que siempre tiene una misma respuesta sin sonido ni sonrisa.

 

Pagué los 6 dólares con el único dinero que he aceptado en todos mis viajes. Uno de los manager de Echo Cycle, Dav, me puso un billete de 100 dólares en la mano cuando nos despedimos. "No te preocupes, lo he ganado en Las Vegas" Sonreí y lo acepté, sabiendo que en la frontera, la última vez sólo aceptaban dinero en metálico.

 

Ya estaba dentro del país y una felicidad fruto de mi tranquilidad inundó todo mi cuerpo. Me despedí del agente y de los demás agentes que me tirotearon a preguntas. Monté en mi moto y al ver el cartel de Montana, fue inevitable y rompí a llorar por la emoción. El paisaje era solitario y frío. Miré al espejo y no había nadie mientras el edificio de la frontera se alejaba dejando atrás un país maravilloso, Dav, los españoles y su futuro retoño, Mike, los chicos de Echo Cycle, Pearl y Calvin de los cuales perdí su teléfono, los búfalos, las Rocky Mountain, Luke y señora en Whitehorse y mil cosas más. La moto rugía mientras mis lágrimas recorrían mi un rostro emocionado. Sentía mi respiración y las manos no me dolían. Un llanto sincero con una respiración entrecortada y una respuesta para aquel policía y a todos los que preguntaron lo mismo. "No estoy loco, simplemente estúpido" Ese nudo que se forma en el cuello de los mortales dio paso a un grito ensordecedor "¡¡VAMOS, VAMOOOS!! Notaba cada uno de mis dedos, como si el frío no fuese conmigo, no podía para de llorar mientras me repetía una y otra vez... "Lo estás haciendo, lo estas haciendo" El viento me zarandeaba pero me sentía más fuerte y poderoso que el. Saqué la mano y di varias palmadas al tanque de mi moto cual potro salvaje, en el cual solo yo confié de corazón.

 

Llegué a Shelby y paré en la primera tienda que vi. Me aconsejaron un hostal barato e incluso Jordan, un chico de allí, me acompañó en su coche. Paré la moto y cogí una habitación para una noche.

 

Aquella noche fueron tres. Y gracias a los 100 Dólares de Dac, de Echo Cycle y a esta revista que se interesó en mi viaje y colaboro con ella desde dos meses, o si no sería imposible y espero que os guste. Por supuesto, es gratuita. Gracias chicos.

http://www.clubmoto1.com/moto1promagazine

 

Llegamos a temperaturas de -40Cº y creo que eso no hay batería de moto que lo aguante. Me dejaron unas pinzas hoy día 3 por la mañana y arrancó. Tenía que llenar la rueda y la gasolinera estaba justo detrás. Después de cargar con la moto por ese suelo resbaladizo, me dijeron que no, que no tenían para llenar ruedas y que si quería llenarla, tendría que avanzar un kilómetro a lo cual me negué. Saqué un pequeño compresor, que lo tenía en el culo de la maleta y recordé lo importante que es la organización en estos viajes. El aparatito, no quería llenar la rueda. Temí que el pinchazo, podía ser algo más grave. Arrancar la moto, colocar todo y llegar a la gasolinera, os aseguro que entre tornillo y tornillo se pasan unas tres horas.

 

Eran las 2 de la tarde y el ruido del inútil y minúsculo compresor era lo único que se escuchaba en la zona, a parte de un tren que llevaba rugiendo desde que llegué haciendo temblar las paredes del motel Glacier.

Miraba la moto, me cagaba en mi suerte y olvidé lo feliz que llegué. De pronto, aparca un Subaru verde a repostar. Del vehículo bajó un señor mayor, bastante mayor diría yo luciendo una gorra. Al verme me sonrió. Era él. "¿Aún tienes la rueda pinchada? Voy a pagar la gasolina y me sigues. ¿Puedes? veo que no, te llevo en un momento" El tren que había rugido durante tres días, pareció callarse, la puerta a penas sonó y en mi cara un interrogante. "A ver... ¿Dónde estoy? Shelby... era en Milk River..."

Nuestro huesudo y larguilucho salió de la gasolinera con su sonrisa. "Venga vamos" Fuimos a un taller, nos dejó una bomba para llenar la rueda, pero antes de volver, pasamos a otra tienda y buscó un spray para pinchazos. "Usa este, esta marca es buena"

Volvimos a la moto, puse el producto y rodé un poco para que este se expandiera por el interior de la cámara. Al volver, mi amigo me estaba esperando. "Creo que no necesita aire, está bien así" Le di un millón de gracias. Me dio su dirección para que cuando llegara a España, le enviase una carta con una foto, que le haría muy feliz. Fui a la maleta y pillé una de las fotos que tengo para la gente que me ayuda y se la regalé. El hombre, no paraba de sonreir. Era tarde y debía de marchar. Le volví a dar las gracias y me perdí en la carretera.

 

Frío en ese desierto blanco transitado. Desierto por lo que se siente pero no por lo que ves. Poco a poco llegué a Great Fall, con la suerte de parar en una tienda, preguntar por un motel barato que precisamente está cerca de una tienda de motos, donde les quedaba la última cámara con las medidas de mi rueda trasera.

 

Y allí está mi moto durmiendo en un lugar caliente. Y mientras escribo estas lineas, busco las fotos de nuestro amigo... pero no están. No sale nada. He ido a buscar la dirección que me dio... y no aparece en la cartera. Espero que esté en los vídeos que hemos grabado... si realmente se ha grabado.

 

jueves, 27 de febrero de 2014

Y salí de Edmonton Un millón de gracias a Todos

Los últimos días se convirtieron en una locura. El garage de Dave se lleno de amigos con ganas de aportar su granito de arena. La verdad es que fue emocionante. Uno desmontaba una parte de la moto mientras otro buscaba información en internet.

 

Mi trabajo era el más duro de todos... salir a -20 C° a por cerveza. Cada día un par de cajas con 30 latas en total, que iban desapareciendo a medida que avanzaba la noche. El Lunes por la noche, llegamos a estar hasta las 7 de la mañana, borrachos como perras pero con la moto arreglada. Despedirme de Dav, fue bastante duro. Ese hombre y yo, con pinta de tipos duros hemos llegado a llorar juntos en aquel garage de Edmonton y me prometí que no lo haría en la despedida y así fue. He aprendido mucho en todos los sentidos. Me he sentido valorado por el y sus amigos moteros. Algunos de ellos, tipos muy duros que quizás en otras circunstancias no hubiese sido un placer el encuentro... al final de todo, somos personas.

Dije adiós a Carolina y mandé un mensaje por Facebook a Pablo ya que sale de su casa sobre las 6 de la mañana. Pablo y Carolina me han regalado la bandera de España, gracias a la cual nos conocimos. Un millón de gracias desde aquí por todo, todo y todo.

Desperté en casa de Mike, en la misma casa donde llegué, allí sería la despedida. Mike, un tipo encantador, se preocupó de que la moto permaneciera en el garage segura aunque no caliente. Por la mañana calenté el motor con una especie de secador de pelo, pero nacido para temas industriales o de construcción, pero no se el nombre exacto ya que la moto a bajas temperaturas, está demostrado que no arranca, pero al menos hace el intento. Aquella noche valió para saber, que no puedo dormir en la tienda de campaña si no hay un enchufe cerca.

Mike en el garage de Dav
 

La puerta del garage se abrió y con ella la luz se hizo dueña del habitáculo. El cansado corazón de Chilitrini, rugía con cierto descompás. Dije adiós y la libertad se reencontraba con mi viaje. Sonreía. Volvía a recordar lo incomodo que es conducir con tanta ropa, pero no me importaba. Salí de la ciudad sin problemas. La velocidad y las carreteras negras sin nada que temer se apoderaron de mi ambición por recorrer kilómetros sin parar. Casi sin darme cuenta, había recorrido unos 100 kilómetros. Notaba que la moto no iba bien. Los síntomas eran los mismos que una bujía en mal estado, un carburador sucio o un filtro del aire empolvado. "Que le den por culo que yo ya no me vuelvo, ya lo arreglaré" pensé pero a los cinco minutos, en medio de mi pasmosa tranquilidad, la moto empezó a culear de un modo dantesco como un caballo salvaje al que quieren domar. Dentro del casco grite varios "NO", mientras un camión me adelantaba y iba en dirección a el. La moto cambió de rumbo en milésimas de segundo con dirección al arcén mientras, no me preguntéis cómo, conseguí reducir la velocidad, que era de unos 100 km/h a 0 en el lugar adecuado. La respiración se me cortó y mientras mis manos temblaban. Lógicamente y viendo que llegaba perfectamente al suelo con las suelas de mis enormes botas, me percaté que había reventado la rueda. Intenté empujarla hacía atrás, donde había un apeadero para camiones, pero fue en vano. Al mirar la rueda, cuando conseguí bajar de la moto, me di cuenta que aquello no había sido un simple pinchazo. El neumático se había separado completamente de la llanta rompiendo parte de los tacos al rozar con el tubo de escape. Ni llevo cámara de repuesto, ni llevo las herramientas para desmontarla y sinceramente, ni creo que hubiese podido en esas condiciones climatológicas, pero aquello no era el Yukón, (que menos mal que no ocurrió allí) Alguien pararía. El tránsito de vehículos es notable por esta zona. ¿Que hago, a parte de joderme? Mientras pensaba echando un pitillo e intentaba calentarme las manos con unas bolsitas térmicas, un vehículo se echaba al arcén de la salida continua, perseguido por un policía que estaba dispuesto a joderle el día y a mi a arreglármelo.

Me dirigí al coche del Sherif del condado de los cojones, sonriendo y lo sorprendí haciendo de médico elaborando la receta para el dolor de culo del señor que le precedía. Le toqué el cristal mientras sonreía y este me miró extrañado, quizás por mi indumentaria o por mi casco de la hormiga atómica que no pasa desapercibido ni en un festival Manga.

Le explique como pude, que había pinchado la moto y que me parecía muy bien que multara a esos hijos de puta que van a carajo sacao, sin respetar a los carajotes que van en invierno en moto. Me dijo que más o menos, "¿Tu que cojones haces con una moto en invierno? ¿Estás loco? Vete junto a la moto" Le dije "Yes, yes" El primero confirmando mi locura y el segundo para que se quedara tranquilo que me volvía a mi moto. Pero antes de que me dejara ir, me soltó una solución rápida. ¿Quieres que llame a una grua?... y no tenía otra opción.

Mientras esperaba a que llamara, mi siguiente problema era, cuanto iba a costar la broma. El policía que ya estaba a mi lado, me dijo que entre unos 150 y 200 Dólares. Se me cayeron los palos del sombrajo. "ay omá" fue lo que le dije al incrédulo policía, con gafas de sol y cara de chulo. Pensé que ahí se quedaba la cosa, pero empezó el interrogatorio.

-¿Por dónde has entrado al país? ¿Dónde vas? ¿Por qué y por qué en invierno? ¿Dónde están los papeles de la moto? etc, etc, etc... y la fatídica ¿Dónde está el carnet internacional? Ahí, tuve que pedir el comodín del público. Saqué todos los papeles, le entregué el carnet de conducir español y el diario de Edmonton para dar credibilidad de lo que le contaba... (Como hacen los políticos) Le di las gracias por ayudarme... pero insistió en el carnet internacional. Busqué sabiendo que no lo iba a encontrar porque está en Madrid en una maleta en casa de mi amigo Paco, que de haber sabido que estaría un mes en Edmonton le hubiese pedido que me lo mandara. El tipo pasaba página a página leyendo cada estampa del pasaporte ¿Kazajistán? y confirme con mi cabeza mientras enseñaba los dientes.

Al final, dejó de insistir, le dije que ya pasaba a EEUU y que no estaría más en Canadá, que lo debía de tener en algún lugar, que si no, no me hubiesen hecho el seguro y no me hubiesen dejado entrar en su país por la frontera con Alaska, cosa que no era cierta porque no me lo pidieron.

La grúa llegó, el poli se fue y le di las gracias mientras respiraba aliviado. El señor de la grúa, llamó a varios talleres de la zona para asegurarse que tenían cámara para la moto. Y después de varias llamadas, retrocedió 20 kilómetros y me dejó en un taller. ¿Cuanto es? Hoy es día barato para ti. 50 Dólares. Aquello fue una alegría. De 150 que era el servicio mínimo, me lo dejó en 50. En el taller de Pokota se quedaron estupefactos al ver llegar una moto en pleno invierno.

Me trataron muy bien. Café, risas, tabaco mientras estábamos alrededor de la moto. La sorpresa fue cuando la cámara que tenían y era la última, recién traída de otro establecimiento exclusivamente para mí... estaba pinchada. Aquello era una señal. Por la mañana había perdido los sotoguantes, el reventón y cada vez que se había pedido una pieza para mí estaba en malas condiciones y sinceramente empecé a hilar una paranoia peligrosa dentro de mi mente. Al montar la rueda, se percataron que el disco de la moto rozaba con la pieza que soporta el freno y... un rodamiento no iba demasiado bien. No me lo podía creer. Me veía atascado en Canadá de nuevo, esperando piezas, pero esta vez sin tener donde dormir, lo cual hubiese sido imposible.

Al final un problema no es un problema si tiene solución o quizás nunca fue un problema. Había sido una equivocación a la hora de montar la rueda y el pinchazo, un parche de toda la vida y a volar. La cámara vieja, estaba reventada.

Dormí como hacía muchísimo que no dormía en el Dino Motel, el más barato y con una señora encantadora que lo lleva. A la mañana siguiente, me recogieron los chicos del taller. Monté todas las cosas en la moto y continué con mi viaje. Salí un poco tarde, la verdad... pero me daba igual.

Hoy sí, he vuelto a sentir la libertad. La moto sigue con esa tos, pero no me importa. No la fuerzo para nada ya que en los 100 kms que hice desde Edmonton al reventón, se tragó casi medio litro de aceite. Hoy, a un ritmo más tranquilo, hemos hecho 380 kms y no ha consumido tanto. Esta viejita la pobre... o hasta el mismísimo coño, que también es posible.

Ilustración del genial Txiki López

Mañana intentaré pasar la frontera con dos inconvenientes. El primero que el sello que me pusieron en Alaska tiene más de 90 días, pero les enseñaré el de Canadá que consta del 2 de Febrero. El tema del carnet internacional, es lo que más me preocupa... aunque en Canadá no me lo pidieron. Mientras la moto esté a mi nombre, el pasaporte en regla, con su seguro vigente... quizás saltemos la valla... y si no es posible... a ver que se me ocurre. Estoy aquí y así está el patio en cuestiones meteorólogas... vamos, que esto aún no ha terminado. (me voy a cagar de frío)

 

 

Y a los que ya me conocéis os pido este favor si queréis que esté bien.

GRACIAS, SOIS MI GASOLÍNA

 

domingo, 23 de febrero de 2014

Ultimos días en Edmonton

 

Lo decidí. Una moto nueva era una gran tentación y una gran traición a mi compañera de viaje y me atrevo a decir que a mi mismo. Sí, era una garantía para llegar a New York, pero también garantizaba el asesinato a la verdadera a ventura. Sería otro viaje el hecho de aceptar otra moto y llegar con ella al destino olvidándome que lo más importante es el camino y lo que pueda ocurrir después de esta decisión. Alaska New york winter time lo iniciamos Chilitrini y yo y con ella debo intentarlo y no me imagino una foto en la estatua de la libertad con otra que no sea ella. Que la moto esté cansada no quiere decir que esté muerta... yo también lo estoy y lo he estado mucho más... así que lo intentaremos una vez más. Oficialmente el invierno termina el 27 Marzo si no me equivoco, así que estamos en tiempo, siempre y cuando la policía de USA, me deje entrar en el país. Cada vez que pienso ese tramite, se me viene a la memoria aquella soleada tarde en Tijuana. En la playa, me agarraba a los barrotes de las fronteras sin saber si estaba dentro o fuera de la cárcel. Me contaban en ese momento las atrocidades que se habían cometido para poder cruzar la linea y de repente, alcé mi mirada y pude ver una gaviota surcar el cielo mientras atravesaba aquello que había inventado el hombre, con total libertad.

 

La pieza se retrasaría un poco más por cuestiones ajenas a Echo Cycle. Así que decidí marchar de casa de Pablo y Carolina porque sabía que se podría prolongar más tiempo a sabiendas que también había que adaptar la suspensión central, maniobra que ningún taller en este país creo que se atreva a experimentar ya que si ocurre algo a posteriori, te cierran el negocio. Les dije asta luego a esta pareja que solo tengo agradecimiento a ellos por abrirme la puertas de su casa y su confianza pero yo debía de cambiar de lugar o terminaría más tonto aún matando el tiempo de un modo monótono frente a una pantalla.


La primera noche no fui muy lejos, a casa de Dav. Sí a casa del vecino, pero allí no tendría internet. La siguiente noche la pasé en casa de Josh tras un fiestón de Miércoles inesperado, donde los litros de cerveza corrían por la barra de aquel pub Irlandés. Fue una noche dura y gratificante, la cual me vino de lujo.

 

Huevo negro, que pude probar en casa de David

 

Al otro día y evitando un nuevo acomodamiento, me quedé en cada de David. Un tipo que conocí mediante la página de Couch Surfing, la cual aconsejo para que te dejen un sofá gratis. David tiene planeado un viaje. Yo diría que es un "superviaje" Dará la vuelta al mundo andando y sin dinero. Haciendo auto stop. Con sus 7 idiomas lo tendrá más fácil pero con su aptitud en la vida, lo tendrá hecho. Son de esas persona cargadas de energía positiva con la cual puedes hablar de cualquier cosa aunque tengas un punto de vista diferente, es capaz de razonarlas y argumentarlas haciendo dudar.

David se dedica, entre otras cosas, a las mudanzas. Me dijo que si quería trabajar un par de días con él y por supuesto que acepté. La mayoría de las veces, ese trabajo es duro. Cargar con pesados muebles por estrechas escaleras temiendo a reventar la pared de "pladur" del cliente, es jodido. Quitando las doscientas flexiones que hacía por las noches, hacía mucho tiempo que no ejercitaba mi cuerpo cargando peso y me percaté o me recordó, que algo no va bien en mis manos. A veces me dan pinchazos en los dedos y pierdo fuerza. Es inevitable recordar a mi abuela postrada en un sofá por el reuma. A la vuelta, dejaré el miedo a un lado e iré al médico para que me hagan pruebas y terminar con la incertidumbre.

 

Tras dos días de interesantes conversaciones pasear por otra parte de esta ciudad, volví al taller. La moto estaba lista a lo que electrónica se refiere. Desgraciadamente me tuve que acordar de nuevo del taller de Anchorage. La instalación de los dos faros alógenos, añadiendo que el alternador estaba defectuoso, han sido la causa de semejante descalabro en Chilitrini... en fin... ya pasó. (Hijos de... ya paso..(hijos de puta))

 

Un millón de gracias a los chicos de Echo Cycle por tanta ayuda desde que llegué a la tienda. Gracias por arreglarme todo el sistema eléctrico, cambio de aceite, intentar regalarme una moto nueva... por todo, un millón de gracias. Les pedí que salieran un momento para hacernos la foto junto a la moto y me despedí de ellos. Fue muy emocionante. Odio las despedidas y no me acostumbro a ellas por mucho que sucedan y viajando pasa tantas veces como hay encuentros.

 

Llevamos la moto al garage de Dav, donde intentaríamos adaptarle la suspensión centrar a la moto y ya puestos, la delantera ya que el aceite que perdía, caía en el disco del freno delantero perdiendo efectividad.

 

 

El genio ya me dijo que nunca había tocado una moto así. Solo Harleys. Sacó una cinta métrica mientras medía por allí y por aquí. Agarró la suspensión que el mismo me buscó y comenzó a graduarla. Luego midió la base... pero hay se acabó el juego. No era posible y hacer una chapuza ahí, podría ser más peligroso que conducir con el que ya estaba roto y había aprendido a dominar. Sacó el teléfono y a la media hora llegó un ejercito de amigos. Todos locos por las motos y artistas de la mecánica y el diseño. Kiel lucia melena, nudillos tatuados, y en la parte posterior del brazo lucia una suspensión tatuada creando el momento mágico de la tarde, cuando del bolsillo sacó un teléfono de la Hello Kitty.

 

Vino acompañado de otro chico, que claramente era la parte informática del equipo, buscando toda información que necesitábamos. El vecino, Darsi llegó acompañado de su hijo. Comenzaron a desmontar la horquilla extrayendo la suspensión dañada. Entre tornillo y tornillo una cerveza un chiste y vuelta a empezar. Preguntas sobre mi viaje e intercambio de fotos. Yo les enseñaba fotos del viaje y ellos de las motos que habían construido. Motos extrañas y brillantes haciéndolas exclusivas. Coches con ruedas de camión y mil locuras más. Cuando fuimos a montar la suspensión, faltaba una pieza.

"No hay problema... la hago en un momento" Y así fue. Yo pensé que si me pasa eso, en vez de decidir construir la pieza a los 5 minutos de haberse perdido, desmonto el garage. Miraba a mi alrededor y la verdad es que hubo un momento en que alucinaba por lo afortunado que era en haber terminado en aquel garage. Locas ideas que se hacían realidad. El amigo de Kiel, que apenas habló me dijo. "La suspensión central, no te preocupes, te regalo una, ya la busco yo y la traigo el Lunes. Lo que estas haciendo es impresionante e increíble. Aprecio lo que haces" Mientras pasaba una a una mis fotos, diciendo que no con la cabeza.

 

Y aquí estoy de Domingo por la mañana en casa de Dav. Con una resaca de tres pares de cojones después de tanta cerveza, amistad y una final de Hockey sobre hielo en las olimpiadas de invierno, del cual solo he tenido cojones de apreciar una jugada. 3-0 Felicidades y gracias, Canadá.

 

P.D Puede que salga el Miércoles. Esta vez sí.

 

miércoles, 19 de febrero de 2014

¿Y tu que harías?

Aquí empezó este viaje

Tantas horas, tantos días sintiéndome solo, hicieron que me agarrara a esa linea invisible llamada wifi, para matar el tiempo en vez de aprovecharlo. Casi sin darme cuenta, esa cuerda invisible se convirtió en una soga, una dependencia absurda pero ciber real, haciendo que el viajero, aventurero... creara su propia aventura a través de la red, algo, que podía hacer desde mi supuesto alquilado hogar de mi pueblo de adopción. Como excusas para no salir mucho tiempo a la calle tenía; La incomodidad de unas botas, el no gastar dinero, el frío, la deseada soledad... y mil estupideces más sin sentido. Tener la expectativa de que en cuatro días, en tres o en tres otra vez, hizo que me acomodara un día y otro más en un hogar cálido, con la cuerda invisible o... mil excusas más.

 

Hoy, después de dormir solo dos horas, porque me encontraba enganchado a la cuerda invisible, con la excusa de que mientras mis compatriotas estaban despiertos, una más, me dispuse a cambiar esta triste situación y me fui al taller. Necesitaba tomar aire, sin cuerda ni dependencia. Subí al bus numero tres sin ya necesitar mapa. 53 minutos. En esos 53 minutos veo a la gente entrar y salir. La mayoría con la nuca estirada y la barbilla apuntando al pecho con los auriculares puestos. Un silencio sin conversaciones habita en el gigante de hierro. Nadie se mira, solo los niños. Todos miran sus teléfonos mientras hablan con otras personas que imagino haciendo lo mismo. Inevitable es recordar cuando me sentaba detrás del autobús que nos llevaba de excursión, gracias a un chofer cansado de mandar a callar al personal y pedir que nos sentáramos. ¿Como irán ahora a la excursión, si todos tienen teléfonos? ¿Irán robotizados? ¿Las madres ya no les dirán que tengan cuidado, porque le pueden comunicar su "estado" en directo? ¿Que hay de real en todo esto? Justo unos minutos antes, con mi ipad, había tenido una conversación escrita un tanto violenta, que quizás ni lo era.

 

Llegué a mi parada y antes de bajar grité un "thank you" al chofer, como he visto que todos lo hacen por aquí. Atento con no resbalar descendí sonriente. Aire. Aire sin ser frío. Un frío bienvenido y sonreí. El ritual siempre es el mismo en esa parada. Me acerco al semáforo y mientras presiono el botón que me asegura un temprano paso seguro, me pregunto...¿Funcionaran estas mierdas? Con la negativa en la cabeza tras esperar un largo tiempo, cruzo la vía, voy a la gasolinera y me hago con un café energético enlatado de una famosa marca de bebidas isotópicas. Camino al taller por la resbaladiza y helada calle. Saco mi cámara, le doy al "Rec" digo el día y la hora y comento lo mismo... "a ver como está la cosa hoy"

 

Tengo que reconocer que es una alegría entrar en Echo Cycle, esté como esté la moto. Todos me sonríen y saludan a semejanza de los ya antiguos vídeos de Fernando Alonso visitando la factoría de Renault. Cariño real, visible y palpable como las cosas importantes de la vida. No sé realmente como se escribe, pero es un "as going man" que más o menos es un ¿Que haces tío? o How are you Búfalo? (¿Como estás Búfalo?) Y así voy saludando a todos los sonrientes trabajadores de Echo Cycle hasta llegar al mostrador. Pregunto por Jaime y tras un aviso por los altavoces, aparece... pero esta vez no sonreía como lo había hecho las veces anteriores. Algo no iba bien y su cara sin vocalizarlo me lo dijo. Me dijo que fuera con él. Caminamos por lo que antes era un laberinto para mí, pero que ya conozco hasta llegar a donde estaba la desmembrada Chilitrini, mi moto, nuestra moto. Había tres operarios alrededor de ella como un enfermo que pisa el umbral de la muerte. Paso a paso me iba acercando a ella mientras esta sin emitir ningún gemido, lloraba. Las caras de los enfermeros de sangre negra en las manos cuestionaban, discutían o quizás resolvían la enfermedad de mi fiel compañera.

 

Habían cambiado todo el sistema eléctrico, pero el bypass no dio resultado. Jaime me apartó como a un familiar que está a punto de recibir una mala noticia. Fue sincero.

"Esta moto está cansada. Ya no es solo el problema eléctrico. Arrancó, pero un humo blanquecino nos indica que su corazón está a punto de morir. Lo estamos intentando por todos los medios pero quizás... su vida está llegando a su fin"

La miraba en la distancia. Recordé a la perfección el día que nos conocimos con su brillante rojo y su cara inofensiva. Nuestros primeros metros saliendo de la casa de Martins. Nuestra llegada a Prudhoe Bay donde la carretera dice basta. Fairbanks y Jason con sus greñas en la puerta de su casa de madera. Rocky Mountain en verano cuando sus montañas son caballeros con sombreros de copa y en invierno, futuras señoras vestidas de novias.

 

Búfalos corriendo a nuestro alrededor, dos veces en verano y una en invierno. A mi mente, sin la intención de hacer daño, la ruta 1 por la costa californiana. Tijuana y ella aparcada en la casa de Betto. Mexico y el D.F con todos los mimos recibidos por dos veces. Risas y fotos en las que posaba sin quejarse. Cientos de recuerdos hasta llegar a Ushuaia pasando por Bolivia y aquél salar que quiso segar mi vida. Argentina con sus asados y esos amigos inolvidables. La vuelta desde Ushuaia soportando el peso de dos personas sin quejarse. Aquella foto y la otra. Los dos y los tres y los dos otra vez. Testigo de verdaderos besos y de discusiones que ahora no tienen sentido. Sacarla de aquél gélido trastero en Anchorange, el cual yo mismo había construido la base y el volver oírla rugir. Un témpano de hielo bajo nuestros pies. Enseñarme que son -80 C° encima de una moto y sufrirlo conmigo. Unos paisajes helados de ensueño y un sueño cada vez más helado con las últimas noticias. Llegamos a Edmonton a empujones tras un esfuerzo inapelable que nadie puede poner en tela de juicio. Nos habíamos convertido juntos en los primeros en cruzar el Yukon Territory en medio de un temporal que no se recordaba en 50 años, totalmente solos ella y yo, sin teléfonos satélite ni coche de apoyo, sin protecciones ni protecciones. No nos rendimos cuando su codo llamado suspensión se rompió ni su freno pereció. No nos rendimos cuando nos dijeron que debíamos hacerlos. Cambiamos lo imposible por difícil y abrimos mentes juntos. Creamos sin darnos cuenta una historia a niveles jamás pensados. 68.000 kilometros dándonos la mano.

Volví a mirarla mientras mis ojos se arrugaron, esa presión agonizaba la garganta y respiré con dificultad. Me había salvado. Esa moto con nombre de femenino me había salvado. No solo de mis rutinas ni de mis locuras. No sólo de no poder amar. Podría haber perecido en medio del Yukon o en medio de las Rocky Mountain... pero me entregó en el lugar más seguro de esta parte del viaje. Me entregó en aquella tienda aquella noche del veintitantos del mes de Enero. Me dejó a salvo en casa de Mike y luego de Pablo y Carolina y ahora en casa de Dav. No me dejó en medio de la blanca muerte, ni en medio de la helada muerte. Me había cuidado. Nos había cuidado.

 

Jaime me dijo que tenían un plan "B" viendo la situación actual de Chilitrini. "Te vamos a conseguir una moto nueva para que puedas terminar tu viaje" "Nunca había tenido una moto nueva antes" pensé, mientras mis ojos se tornaron a mi salvadora. ¿Y que hago con ella? pregunté mientras una marca grabada a fuego justo en el centro de mi corazón, me recordaba lo que esa moto había hecho por mi a lo que Jaime contestó sin sonreir "Puedes mandarla a España en Barco"

 

No era un cambio. No era considerar chatarra a mi salvadora. No era una infidelidad aunque parte de mi, sincera y sensible, me dijo que no. "No puedo, esto lo hemos empezado juntos y debemos terminarlo juntos... llegar a new york en otra máquina, es como no llegar" Mientras decía esto me dije... ¡Espera! Tu mismo has dicho que el viaje terminó en Fort Nelson, donde las carreteras ya estaban limpias y negras como lo son las carreteras de Cadiz. Tu mismo has dicho que a partir de ahora es un sin sentido de kilómetros en lineas rectas que alguien construyó en el asfalto. Quizás, siempre y cuando tu amada pueda ser enviada a España... todo esto, se convierta en un simple trámite, redondeando esta historia con la siguiente circunferencia... Llegaste a Alaska con 2000 € y una mochila, has creado tu historia personal que a contagiado a muchos... ¿si terminas con una moto nueva y manteniendo a tu querida moto? Haciendo cuentas... prácticamente todo lo vivido, experimentado y viajado durante estos 2 años... han salido gratis.

Hay que esperar al Sabado a ver si resucita y pueden ocurrir dos cosas: Que lo haga, pero sin garantías o que simplemente no lo haga. En el caso de que sí... intentarlo y ya le he dicho a Jaime, que estaría dispuesto a empujarla hasta New York en caso de avería... sean los kilometros que sean.

Y sigo pensando... ¿tú que harías?